El candidato del millón de empleos esgrime un argumento desfasado, un contrasentido con la realidad. Reafirma lo expuesto cuando se le escucha: “Yo sé cómo hacerlo”, esperanzado que en su gobierno llegará inversión extranjera.

El dinamismo de la política mundial, de las sociedades y de la economía obliga a los países, ya sea por la geopolítica, causas internas o externas, a cambiar permanentemente sus estrategias. Hoy es preferible exportar (industrializar) que importar. Lo primero redunda en el crecimiento laboral, es fuente de ingresos para el ciudadano, y para el país, lo segundo es todo lo contrario.

Hay que tener en cuenta que no fue casual el triunfo de Donald Trump. Prometió trabajo y rehabilitación económica al país. Pretende, por lo pronto, tomar las siguientes medidas: Cerrar las fronteras a la inmigración ilegal, con el fin de que no se inunde el mercado laboral, exigirá la repatriación de la gran industria junto con sus capitales, llevará a efecto una rígida reinversión solo con esas pocas propuestas coercitivas, podría ocasionar la desaparición de muchas empresas en Centroamérica.

Las empresas de países que tienen tratados de libre comercio, para ingresar sus productos al mercado norteamericano de donde partieron la tecnología, las materias primas y los capitales, tendrán que pagar aranceles e impuestos, terminando así la exoneración de la cual gozaban. Además, pagarán por el uso de marcas y patentes registradas en EE.UU. Los capitales estadounidenses se ceñirán a su país dando término en parte al concepto de que los capitales no tienen fronteras.

Por estas consideraciones resulta extraña la promoción de 1’000.000 de empleos en cuatro años. Los ecuatorianos pisamos en tierra firme, sabemos que el actual Gobierno está direccionando al país hacia el cambio de la matriz productiva. Clave principal es la innovación, el despertar hacia el talento humano, que es lo que fecunda el desarrollo; además, es necesaria la suficiente templanza para salir de la dependencia.

Creer en la inversión extranjera como panacea nos lleva a lo que ya vivimos hace años: miseria, hambre y opresión. (O)

César Antonio Jijón