Soy ciclista y disfruto de los beneficios de vincularme con la ciudad y sus detalles sin el bloqueo de un parabrisas.
Sin embargo, esta forma de vida también me permite ser testigo de los cientos de animales muertos que hay a diario en las calles de Guayaquil sin que esto merezca la atención pública. Todos los días hay gatos, perros y hasta iguanas, esos reptiles que se suponen son símbolo de la ciudad, sin que nadie responda por ellos.
A pesar de que fue una promesa de campaña en las elecciones a alcaldes y, anteriormente fue parte de las propuestas de algunos asambleístas, en el Código Orgánico Integral Penal se penaliza a quien cause daño o la muerte de mascotas o animales de compañía con tan solo 50 o 100 horas de servicio comunitario.
Sin embargo, a los animales domésticos y esos reptiles que hemos asumido como mascotas de la ciudad se los sigue llevando Puerto Limpio.
Hace falta una ordenanza municipal y una acción efectiva que permita ver menos perros y gatos abandonados al destino de las calles y de quienes nunca responden por ellos ni con 100 horas de trabajo comunitario.
Atte.
Josefina León