La semana anterior los ecuatorianos fuimos testigos de uno de los momentos más emotivos de los últimos años. Por primera vez un satélite -construido por manos nuestras- era lanzado al espacio, con lo que arrancó, de manera oficial, nuestra era espacial.
Como es lógico pensar, a gran parte de la población se le infló el pecho de orgullo al ver que nuestro país está avanzando en temas tecnológicos, de educación y de soberanía. Lo admito con total sinceridad, jamás pensé que podría ver con mis ojos un acontecimiento como el de la semana anterior. Tengo 67 años y créanme cuando les digo que no pensé ver que Ecuador tendría su lugar en el espacio.
Fue emocionante ver a nuestro astronauta (Ronnie Nader) alegre, feliz por ver lo que tanto esfuerzo le costó. Le aseguro al señor Nader que no fue el único en sentirse así, en mi caso personal también se me erizó el cuerpo al ver el despegue y al escuchar: “Bienvenido al cielo Pegaso, bienvenido al espacio Ecuador”.
Ante tanta emotividad y orgullo resulta imposible comprender cómo ciertas figuras públicas y hasta periodistas hayan mostrado su “enfado” por este hecho. El funesto Abdalá Bucaram Ortiz, según me han contado mis familiares, se ha burlado y ha mancillado este acontecimiento. De la misma manera un reconocido comunicador capitalino (en realidad prefiero omitir su nombre) ha dicho de todo contra el Pegaso.
No cabe duda de que lo único que se busca es lastimar la imagen del Gobierno, así sea que lo que está haciendo sea algo positivo para todos.
Vicente Páez
Guayaquil