La consecuencia de un régimen autonómico disparejo se refleja en el desequilibrio de la independencia de Cataluña. El régimen administrativo que se quiere implantar en la nación rebelde es una fiel copia de la división en comunidades españolas.
Al copiar una identidad administrativa ajena se fomenta el fracaso del proceso separatista porque hay regiones catalanes que surgen a partir del desacuerdo social con la independencia, como la naciente comunidad de Tabarnia, cuya capital, Barcelona, nunca ha estado de acuerdo en pertenecer a Cataluña.
Un conflicto de intereses desestabiliza, vicia e inculpa de daño moral, aclarando que gracias a los errores de la Generalitat, el régimen de Madrid se nutre y agasaja, mientras admira a niños haciendo actos de grandes. (O)
Miguel Ángel Andrade Ortiz