La decadencia de la burguesía se ha caracterizado por los múltiples cambios que ha sufrido el país en los últimos 12 años.
La transformación jerárquica ha servido para forjar nuevas instituciones democráticas de atención, con sueldos básicamente justos, pero insuficientes. Este panorama se agrava cuando revisamos los salarios de funcionarios “antiguos”, que apenas llegan al salario básico unificado.
Los descuentos socavan la vida diaria de aquellos que a final de cuentas, porcentajes y otros, perciben la cuarta parte de un sueldo legal. Los múltiples trámites, que se han mantenido, acompañados de diálogos y veedurías sin objetivos claros, retrasan la amplitud
de la homologación salarial.
No podemos suponer que algún buen patriota se levante en su corazón para arreglar este inoportuno lío, pues nadie se alimenta con $ 30 mensuales. (O)
Miguel Ángel Andrade Ortiz