¿Cómo es posible que una película tan descomunal, tan crítica, tan salvajemente precisa en retratar al capitalismo como Joker solo haya ganado el Óscar a Mejor banda sonora y el premio a Mejor actor para Joaquín Phoenix?
A la Academia no le convino premiar mucho al filme que vapulea al sistema político del que son todo y parte. Bong Joon Ho y su filme Parasite (Parásitos) fueron la sensación de la noche, llevándose el Óscar a Mejor película. Ante el anuncio, he apagado el televisor.
Subirse al tren de la Revolución cultural está de moda. Sucedió cuando le otorgaron el Nobel de Literatura a Bob Dylan, ahora le dan el Óscar a una cinta coreana -en opinión muy personal mía-, algo sobrevalorada.
Para rematar la dicha, el surcoreano se ha alzado con el galardón a Mejor director; en su discurso le ha hecho ¡Hurras! al icónico Martin Scorsese, también nominado.
Por fuera de los premios grandes quedaron El irlandés y Érase una vez en Hollywood, dos piezas muy bien logradas y que brillaban con luz propia.
En una ceremonia de reapariciones y muchas luces, de discursos vibrantes y varias voces, rondó por el techo del teatro la suspicacia y queda el recuerdo de una gala número 92 repleta de sorpresas, y de decepciones para el público cinematográfico.
Las apuestas casi siempre fallan. (O)
Pablo Virgili Benítez