Estimado señor:

He leído con conturbación su artículo publicado el pasado 22 de marzo en el diario EL TELÉGRAFO.  

El motivo de mis preocupaciones es que usted concluye en su editorial en que es necesario cambiar el Artículo 401 de la Constitución, mismo que declara al territorio ecuatoriano “libre de semillas transgénicas”, como usted bien conoce.  

No pretendo -desde ningún punto de vista- proponer que no se debata sobre el tema o, peor aún, que no se realice investigación científica en el campo de la agricultura, sin embargo, me permito opinar que el artículo peca de cierta ligereza, siendo este un tema muy serio y que requiere de eso mismo: seriedad, ya que se pone en riesgo la biodiversidad, la agrobiodiversidad, la economía de los agricultores, la seguridad y la salud del planeta. Grave.

El uso de organismos genéticamente modificados (OGM) en cultivos ha demostrado que estos no reducen el uso de pesticidas, sino lo contrario. Así se constata en Estados Unidos, Argentina, Brasil… Este último país se ha convertido en el primer consumidor de pesticidas y fertilizantes químicos del mundo, a raíz de la introducción de OGM.

Se ha comprobado los riesgos que implica permitir los cultivos transgénicos al tiempo que su rendimiento es similar o inferior a las variedades normales. Recuerde usted el caso del algodón BT en Colombia o en Burkina Faso.

También hemos constatado experiencias costosas hasta lo insostenible en Estados Unidos y Argentina, como por ejemplo los cultivos con soya RR. Tan insostenibles que esos Estados se han visto en la necesidad de subsidiar esos cultivos con lo que, aparentemente, se consigue que se expandan las zonas de cultivo, que se ocupe mucha más maquinaria e insumos y que los datos arrojen cifras nunca antes conocidas, pero la realidad es que se cosecha y siembra sin descanso para los suelos y sin rotaciones, lo que, usted comprenderá, resulta muy negativo al mediano y largo plazo.

En cuanto a los experimentos realizados con banano transgénico por la Espol, organismos internacionales de defensa a los consumidores, tales como Slow Food International, reaccionaron con alerta y preocupación, emitiendo comunicados y expresando estar a la expectativa mientras hacen votos para que Ecuador se mantenga libre de OGM.

Todo esto no implica que hemos de hacernos de la vista gorda frente a dificultades reales en la producción agrícola del país, pero de seguro no será a través de la trans/intra/cis/génesis sino invirtiendo en agroecología y permacultura y manteniendo nuestros suelos libres de agrotóxicos, pesticidas, y sí, también libres de transgénicos.

Me temo que su punto de vista es demasiado parcial y que las conclusiones que obtiene son... preocupantes, por decir lo menos.  

Cordialmente

Bernardo Gortaire