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El Telégrafo

Si el Presidente fuera electoralista...

12 de enero de 2012

Terminó el 2011 y el presidente Rafael Correa concentra el 77% de aprobación ciudadana a su gestión. Nada nuevo. Empezó así su gobierno, luego bajó un poco, que sube, que baja, pero siempre arriba del 50%. Es decir, la mayoría del electorado aprueba su gestión y se mantiene firme en el proyecto de la Revolución Ciudadana.
Así como la positiva respuesta del pueblo no es algo nuevo, tampoco lo es la predisposición y temple del Mandatario en sus propuestas de reordenamiento estructural del Estado y las políticas sociales que, aunque rechazadas por la oposición y desvirtuadas por los medios de comunicación opositores, siempre demuestran que Rafael Correa tuvo y tiene la razón.

Sin embargo, no se puede decir lo mismo de la Asamblea Nacional. Me refiero a la gestión institucional. Y no es para menos, la variopinta conformación es la causa. Una suma de voluntades que a veces no tienen voluntad puede dilucidar como entorpecer la toma de decisiones para enarbolar leyes que necesita el país y varias de ellas por mandato constitucional del 7 de mayo de 2011, como la tan manoseada Ley de Comunicación.

Este 2012 pinta agitado políticamente por ser preelectoral. La estrategia de la oposición seguramente -y ya lo dijo el presidente Correa en su último enlace ciudadano del año- será desvirtuar, atacar, engañar, desdibujar la gestión gubernamental. Tratará de ganar protagonismo político a costa del Gobierno mediante denuncias sin fundamento, tergiversaciones a las gestiones que se realizan desde los ministerios. En fin, tantas y tantas argucias para ganar pantalla en los medios politizados, que no solo   dan cabida y espacio suficiente para despotricar, sino que agregan su cuota de ataque y revanchismo.

La idea de la oposición es destruir. Jamás piensan en construir. No buscan presentar mejores propuestas o reforzar las ya planteadas. Para ellos es más fácil crear el caos y con ello “pescar a río revuelto”. No les queda otra opción. Esa es su premisa, es su escape, es su plan, producto de sus conciliábulos.
Y mientras ellos juegan sucio, Correa juega limpio. Se presenta con propuestas claras, graduales, concatenadas, que no se detienen, que tienen desorientados a los políticos opositores que buscan destruir, que intentan romper esa cadena de triunfos electorales, que tratan, vanamente, de resucitar un sistema neoliberal en el que se desenvuelven “como pez en el agua”, con componendas, chanchullos y tejemanejes que secuestran la institucionalidad del Estado y destruyen las esperanzas del pueblo ecuatoriano.

La idea de este ciudadano, en ese caso, es que el Presidente tenga presente la opción de la “muerte cruzada”. Ahora es cuando. En este año preelectoral es mejor gobernar sin ellos que con ellos. Es mejor mandar a la casa a todos esos fanáticos de la verborrea destructiva y lanzarse al escrutinio del pueblo, que ahora es libre de pensar y decidir por su futuro, que ahora tiene las herramientas y el respaldo de un mandatario y un sistema -todavía en reconstrucción- que prioriza los derechos fundamentales del ciudadano.

Si el Presidente fuera electoralista, si fuera calculista, con todo ese apoyo ciudadano a cuesta, debería someterse a la “muerte cruzada” y aplastar en las urnas a sus detractores. Pero no lo es. Es un demócrata convencido y sigue las reglas sin artimañas ni sofismas. Está convencido de que en buena lid ganará las elecciones y su proyecto revolucionario humanista se consolidará.

De la una o la otra manera, Presidente, usted tendrá el apoyo ciudadano. Que sea lo que más le convenga a su candidatura, que también es lo que más le conviene al país.

Atentamente,
Pedro del Solar
Durán - Guayas

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