El producto estrella del banquero y político Guillermo Lasso deja muchas “lagunas” e inconvenientes entre los usuarios. Tal vez de esto no se haya hablado antes y tampoco se ha hecho un mea culpa, mucho menos una explicación detallada en alguno de los libros que llevan la firma de autoría del ex superministro de Mahuad y Lucio. El Banco del Barrio sin lugar a dudas marcó un antes y un después en los servicios bancarios comunitarios, da muchas ventajas a los vecinos y soluciona en parte un problema de seguridad económica, toda vez que evita recorrer grandes distancias desde las zonas residenciales de clase popular hasta las bancarias del centro de la ciudad.
Sin embargo, no deja de ser un gran negocio para el banco, que proveerá a su creador y propietario pingües ganancias. Y esto no solamente porque le asegura un flujo de usuarios in crescendo, que pagan los servicios básicos por este sistema, sino que además le permite captar nuevos clientes -se ofrece a los usuarios aperturar cuentas inmediatas- que ingresan a sus registros con derechos y obligaciones que ampara y exige la ley que rige para el sistema financiero y sus actores.
Ahí está el detalle. En las obligaciones económicas que adquiere casi subconscientemente el “nuevo” cliente del banco y que le significan a la entidad bursátil miles de millones de dólares anuales de ingreso adicional mediante un sistema “de goteo”, en el que dólar por dólar se va sumando hasta formar una gran bicoca que sale de las cuentas de los “nuevos usuarios del barrio”.
¿Y de qué manera? Fácil: una llamada telefónica. Y luego otra llamada. Y otra… La oferta de servicios de seguros ya de carácter técnico para arreglo de artefactos eléctricos, ya de salud, ya exequiales… que se activan “milagrosamente” con el vocablo “sí” en un tramo de la conversación a manera de una aceptación tácita a la oferta de parte de una agraciada voz femenil desde el banco.
Pero, sin embargo, una vez que los clientes y usuarios se acostumbran a este “servicio comunal” (a cambio de un valor nada despreciable) vienen los inconvenientes. Especialmente los fines de semana, que es cuando más se necesita de esos servicios por parte de los vecinos: (*) Los sábados solamente hasta las 4 de la tarde, los domingos no atienden, en algunos no hay sistema, en otros se ha terminado el saldo de alguna tasa por uso, otros simplemente no abren el local, a otros no les prende la máquina y el técnico no llega, a pesar de haberlo reportado a su debido momento.
Así las cosas, el servicio que brinda el Banco del Barrio es a medias, no es gratuito y tiene graves falencias que tal vez su creador no las ha detectado porque tiene su mente y sus esfuerzos direccionados a recuperar para los banqueros y los grupos de poder tradicionales (oligárquicos, empresariales, mediáticos, eclesiales) las riendas de un país que ha volcado sus esfuerzos en una distribución equitativa de la riqueza nacional, mediante una reforma educativa, de salud, judicial, que permita un desarrollo armónico y equilibrado a mediano y largo plazo.
(*) Nota: Los inconvenientes de las agencias del Banco del Barrio son experiencias propias en la ciudadela Primavera 2 del cantón Durán.
Atentamente,
Ramiro Serrano Miranda
Durán - Guayas