Muchos han sido los criterios interpretativos sobre lo ocurrido en septiembre 30 de 2010, la mayoría de ellos anclados en posturas políticas que reflejan afectos y desafectos frente al régimen; también los encontramos sectarios, reaccionarios y suspicaces (para no perder la costumbre). Cuyo énfasis resalta lo esquivo de sus enfoques, mercadeando entre los deseos y los miedos que emergen de una política que históricamente en Ecuador se ha ejercido con antipolítica, y por fuera de las instituciones creadas para modular la democracia.
Es decir, septiembre 30 se suma a las permanentes tensiones y violencia caracterizadas por individualismos, cuya matriz está en las industrias culturales e instituciones que nos disciplinan, orientación de la democracia formal que aún habita en nuestras mentes; por mencionar algunas de importancia: tenemos a la familia como productora de ciudadanos y ciudadanas, los centros educativos facilitadores del acceso a conocimientos y ¡saberes!.., la Policía Nacional diseñada por el Estado para resguardo de la convivencia social y pacífica, que con sus reclamos airados acarreó desmanes sociales y aprovechamiento político.
Las industrias culturales han potenciado el individualismo orientado al consumo, aumentando el número de acumuladores, y en términos de homogeneización, los centros comerciales constituyen su principal fuente creativa, un espacio de propietarios, capaz de igualar a los consumidores de Guayaquil, Quito, Milagro, Miami o Londres, todos asisten para el café, el cine, o simplemente para adquirir la ropa o electrodoméstico de moda, no importa dónde estés, tu lenguaje o grupo étnico al que perteneces, en el centro comercial todos somos mercado de consumidores.
En relación al individualismo, deberíamos preguntarnos: ¿Dónde se desarrollan nuestras habilidades, destrezas y configura nuestro sistema de creencias?..., una posible respuesta es que la mayoría se potencia o castra a través de las instituciones que nos disciplinan, entre ellas la familia y los centros educativos, cuyos referentes son los padres de familia y profesores. Si estos reemplazan su discurso y acciones de no robar, no mentir y, fundamentalmente, las de amor a sus semejantes y respeto, por la viveza criolla; como por ejemplo: el taxista que cubre su taxímetro aduciendo que no tiene o está dañado, como suele pasar en Quito, o peor aún, en Guayaquil donde resulta anormal que un taxista encienda su taxímetro, y para no olvidar, el sistema educativo, hasta hace poco maniobrado por un partido político. Esas y otras instituciones defectuosas son los referentes de miles de infantes ecuatorianos, que posteriormente vestirán uniformes de policías, operarán las instituciones del Estado y que en forma legítima se postularán a dignidades de elección popular.
De manera que septiembre 30 puso en evidencia egoísmos de políticos que no suman al proceso del fortalecimiento democrático, policías inconformes, padres de familia con valores trastocados saqueando locales comerciales y medios de comunicación preocupados por el rating.
Una fuerte sensación de que somos producto de instituciones que deben resignificarse nos embarga a muchos y nos convoca a sumar con base en el respeto
a la institucionalidad.
¡No más salidas antidemocráticas!
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