Realmente que se debe estar íntimamente resentido, por lo tanto “bloqueado” mentalmente, para analizar el incidente ocurrido entre el presidente Correa y el prefecto Quishpe, de la forma que lo están haciendo muchos periodistas y políticos.
El indicado resentimiento, o tal vez el odio que provoca en algunos la postura ideológica o la actitud contestataria y defensiva del gobernante ecuatoriano, hace que se haya dicho que “el Jefe del Ejecutivo continúa con actitudes de intolerancia contra quienes no comulgan con sus principios y ejecutorias al vejar al señor Quishpe”.
Realmente solo basta conocer la hora en que se produjo el incidente entre estos dos ciudadanos, para entender que se estaba esperando el arribo de Correa Delgado, no para recibirlo con bienvenidas, sino para rechazarlo; y luego observar y escuchar los videos oportunamente captados para concluir que el prefecto Quishpe, estaba ebrio y exaltado, emitiendo calumnias contra el Mandatario. Sinceramente que este hecho de irrespeto debe ser sancionado de alguna manera.
Decirle a Rafael Correa “traidor, vendepatria” es sinceramente una blasfemia. Un Presidente que con dignidad se enfrenta a un ex mandatario colombiano y lo increpa con altivez por su actitud en Angostura; un gobernante que expulsa del país a una representante diplomática, por intromisión en asuntos internos; un ciudadano que -llegado al Poder de la Nación- ordena el retiro de una base militar extranjera instalada en Manta y que permanentemente critica la actitud intervencionista del imperialismo yanqui jamás puede ser “un traidor y vendepatria”; más bien, ante la actitud de la mayoría de los anteriores gobiernos de entreguistas y esbirros, merece el reconocimiento ciudadano.
Para finalizar, recalco que es necesaria y justa la existencia de la oposición, pero siempre veraz y documentada. Con actitudes como estas, cada día pierden más aire y espacio los detractores de la Revolución Ciudadana. La verdad, aunque duela.
Arturo Santos Ditto
0903387132
Guayaquil-Ecuador