Se encuentran de moda los robots que en muchos países, incluido el nuestro, los estamos diseñando, construyendo y demostrando en todos los foros, pero debemos recordar que estos aparatos no son nuevos ni propios de esta época, pues la historia registra muchos ejemplos asombrosos de humanoides al servicio de muy pocas personas, y como ejemplo citaré algunos como son: los sacerdotes tebanos que desarrollaron un complicado sistema para mover a su voluntad "hombres de piedra" como verdaderos autómatas; Apolonio de Tiana, quien presenció en el Tíbet el excelente servicio a la carta de sirvientes trípodes que atendían a propios y extraños hasta en sus mínimas necesidades; en Grecia tenemos a Hefaistos, un hombre con limitaciones físicas y dotado de una habilidad asombrosa, pues “confeccionaba” bellas autómatas de bronce, con la misma finalidad del servicio, y jamás reveló su secreto, y también hacía sirvientes trípodes con una mansedumbre y obediencia increíbles; Hefaistos también construyó un “guardián” para el rey Minos, en la isla de Creta, y era nada más y nada menos que el famoso Minotauro, que hizo de esta isla la dominante del comercio del Mediterráneo, también  creó a Talos, gigantesco guardián de Creta, que recorría tres veces al día la isla y ahuyentaba a los intrusos con rayos misteriosos (radioactivos) para alejarlos. Y para la construcción de las pirámides se utilizó autómatas para extraer las rocas y transportarlas desde el Valle de los Reyes hasta El Cairo; el papa Silvestre II, cuyo nombre era Gerberto de Aurillac, en el siglo XII, construyó una cabeza metálica “parlante” que tenía las funciones de “asesor”, puesto que contestaba sí o no a cualquier consulta que recibía; Alberto Magno construyó otra cabeza parlante, pero con capacidad de contestar cualquier pregunta, pero fue destruida por Santo Tomás de Aquino, por considerarla obra del demonio.

Atentamente
Gonzalo Ponce Castillo
C.C. 1700589748