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El Telégrafo

Respuesta a la asambleísta Cynthia Viteri

06 de octubre de 2013

A su pregunta: ¿Dónde están los autores de las muertes de policías, a manos de los militantes del AVC, en la década de los 80?, nuestra respuesta: Están muertos. Y lo están a manos de los torturadores y asesinos del febrescorderato. ¿Dónde está Arturo Jarrín? En la tumba, luego de que, supuestamente, muriera en enfrentamiento con las "fuerzas del orden" -según versión gubernamental- pero apresado fuera del país e, inerme, ultimado a balazos por esas mismas "fuerzas del orden".

Lo fue el segundo al mando, Fausto Basantes, asesinado cerca del aeropuerto Mariscal Sucre, en Quito. Y lo fueron decenas más, armados o no, siempre desde la "filosofía" del febrescorderato, sintetizada por Torbay: "Hay que matar el pavo, a la víspera".

Lo fue el joven Acosta, hijo del amigo del dictador constitucional, el Dr. Francisco Acosta Yépez, luego de ser torturado -y cuyo martirio fue presenciado por uno de los altos jerarcas del PSC, jerarca hoy vigente-. Lo fueron quienes secuestraron al banquero Isaías, igualmente muertos, en aquel operativo dirigido personalmente por el tirano, a quien no le importó que muriera su amigo y acreedor, el mentado banquero.

Otros, que no fueron de AVC, y que cometieron esa monstruosidad: el degollamiento del industrial Briz, pagaron su culpa con la cárcel. Varios de ellos murieron en forma misteriosa, y no más de dos andan sueltos. Uno, acusado por la Comisión de la Verdad de "informante" -y se supone colaborador para ubicar a la guerrilla de las FARC en Angostura- goza de buena salud. Los que no murieron –y que no cometieron más delito que desear una patria más justa- están, felizmente, vivos e incorporados a la vida civil.

Si nos remontamos en la historia -y en un ejercicio de viaje en el tiempo- también podría haber preguntado la asambleísta que dónde están los montoneros alfaristas que, en enfrentamientos de corte guerrillero, causaron bajas al enemigo conservador, en las batallas previas al triunfo de 1895. La respuesta sería la misma, o similar.

Sería bueno que la doctora Viteri, íntima colaboradora de LFC y la cúpula socialcristiana, haga memoria. Recordará, entonces, cómo fueron las políticas represivas de ese gobierno, caracterizadas, entre otras cosas, por prescindir olímpicamente de la ley para juzgar y sancionar a los guerrilleros. Y en lugar de ello, echar mano de la tortura, la desaparición forzada y la muerte.

Una imagen que caracterizó a ese gobierno, se proyecta en el magnífico documental "Con mi corazón en el Yambo", en la cual se ve y se escucha a LFC responder a una pregunta del periodista, sobre si él mandó a golpear al diputado Diego Delgado, diciendo, palabras más palabras menos: Si yo hubiera dado tal orden, no estaría vivo. (La historia se escribe con certezas, también con indicios).

Atentamente,

Jaime Muñoz Mantilla

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