Todos los que integramos la comunidad educativa estamos en la obligación de responder con la mayor expresión cualitativa para que el proceso educativo cumpla con su apostolado. El alumno es el centro de la actividad educativa, todo debe circular alrededor de él positivamente. Si existe confianza plena y estimación digna al alumno, tendremos buenos resultados. Vale señalar que existen dos elementos importantes en este tema que son: los padres de familia y el establecimiento educativo. El espacio de la participación de los progenitores es realmente difícil, pues nadie está preparado para ser padre, por lo cual sugiero que se reimplante el programa “Escuela para padres” sin asistencia obligatoria. Los padres son los primeros maestros y nuestros hijos deben ser considerados como lo máximo de nuestra vida. Decirles siempre, por siempre, que los queremos mucho, creando una amistad sincera, otorgándoles un calor humano de sinceridad, es decir, confiando en ellos para que promuevan actitudes transparentes, fundamentadas con ejemplos de principios, valores, reglas y normas que rigen la sociedad.
Los maestros debemos forjar a nuestros alumnos en destacados elementos con criterio propio, capacidad crítica, ayudándolos a crecer como personas, promoviendo que la vida es hermosa. Producto de la formación bilateral de progenitores y profesores lograremos que toda la vida ellos sean estudiantes honestos, sinceros, y cada día lograremos que sean mejores.
Resulta lamentable que ciertos niños y jóvenes se encuentren atrapados en la red de la corrupción también tenemos que señalar como influencias negativas al internet, el celular y la televisión, por lo cual es necesaria establecer un horario a estas actividades. (O)
Lic. Ricardo Ordóñez Jaramillo