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El Telégrafo

Réplica a un artículo

24 de octubre de 2018

Me veo nuevamente en la necesidad de responder a un artículo aparecido en la página de Ideas y Debates de EL TELÉGRAFO, en este caso me refiero al publicado el pasado domingo 21 de octubre, bajo la firma del Sr. Bernardo Sandoval, titulado “Carisma… riesgo fatídico”. En su infortunado artículo, el Sr. Sandoval agrupa a importantes líderes de América Latina junto con Adolfo Hitler y Benito Mussolini, en lo que llama líderes carismáticos, pero que “dejaron una huella de desolación, miseria o corrupción”.

Aunque podría refutarse este comentario con relación a los líderes latinoamericanos mencionados en el artículo del Sr. Sandoval, por razones de espacio, dedicaré mi respuesta al Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, pues ofende una comparación tan malintencionada.

El liderazgo, el prestigio histórico y la autoridad moral de Fidel Castro, no le fueron dadas por su innegable carisma y arraigo popular, sino por el papel desempeñado en la Revolución Cubana, sus luchas y desvelos por el bienestar del pueblo cubano, su defensa de las causas justas del mundo y su enfrentamiento a los ataques imperialistas.

Fidel y el pueblo cubano han sabido enfrentarse a un cruel e inhumano bloqueo económico, que impone el Gobierno de EE.UU. desde hace casi 60 años y que constituye no solo la violación de los derechos humanos de todo un pueblo, sino que califica perfectamente como un acto de genocidio. Esta política es la principal responsable de las dificultades económicas que atraviesa mi país. Para este enfrentamiento no solo hay que tener carisma, sino valor y otros atributos.  

Fidel ha sido promotor de la justicia social y la igualdad, que tanto necesita el mundo y en especial Latinoamérica. Demostró que la unidad e integración política y económica en nuestra región es la única alternativa para el desarrollo.

Habiendo en el panorama latinoamericano tantos golpistas, asesinos y dictadores, hacer mención a los líderes señalados en el artículo del Sr. Sandoval es, cuando menos, una ofensa a la inteligencia de los lectores de EL TELÉGRAFO. Es querer desconocer la verdadera historia de los pueblos de Latinoamérica tras siglos de saqueo e intervención. (O)

Rafael Dausá Céspedes                       
Embajador de Cuba en Ecuador

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