Me es grato hablar sobre una dependencia pública en la que reposan desde hace más de un siglo las historias de los bienes inmuebles de esta ciudad. Me refiero al Registro de la Propiedad de Guayaquil que, como bien sabemos, es el alma de los bienes raíces y en el que se confía plenamente antes de hacer una transacción.
Mi satisfacción con esta entidad la manifiesto por la experiencia de un simple ciudadano, que fue a inscribir por encargo una propiedad y a su vez obtener un certificado de tal diligencia. Se encontró con unas dependencias muy cómodas, con un personal de primera que trata de ayudar al usuario en todas sus inquietudes, que demuestra agilidad en el ingreso y cancelación de los valores por el trámite solicitado, además de indicarle con exactitud el día en que va a recibir el documento; y si el usuario tiene la matrícula inmobiliaria, que ellos mismos le facilitan, al instante le entregan el tan ansiado certificado.
Por consiguiente, señor Director, considero que esta es una de las entidades públicas que merece elogios y hacerlos extensivos al Presidente de la República y al Registrador, porque con esfuerzo, honestidad y trabajo se ha logrado superar etapas difíciles vividas en épocas pasadas. Hoy es evidente el esmero para mejorar en lo humano, tecnológico y profesional.
El actual registrador de la Propiedad es Efrén Roca Álvarez, quien guía a la perfección el trabajo que brindan, siendo su eslogan "Sí, brindamos un buen trato cuando compartimos la alegría de vivir para servir". Esto lo leí en un cartel dentro de la institución.
Ítalo Barchi B.
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