En diario El Universo, en su edición del 5 de abril del año en curso 2011, nos encontramos con una carta suscrita por el señor Washington Alló Buenaño, la que titula de la forma que nosotros titulamos la nuestra. No cabe dudas de que desde Centro América el General Alfaro Delgado respondió de la manera que se indica en la carta en análisis, donde él daba a conocer su anhelo de “imponer un gobierno de libertad y justicia”, pero le faltó agregar: “dejo a los insensatos provocar la guerra”. Cuando hablamos de historia no se debe de ninguna manera soslayar datos fundamentales, porque aquello la distorsiona.
Nadie puede dudar que con el ingreso al poder de Alfaro con ideas innovadoras, hizo que inmediatamente -los que llamó insensatos- provocaran la guerra”. Ante esa actitud hostil al gobierno innovador, no le quedó otra alternativa que la de responder debidamente la arremetida desestabilizadora, lastimosamente “con perdón y olvido”.
Venía el héroe y mártir de El Ejido con paso adelantado, con ideas de cambios radicales, lo que debió -como así fue- irritar a los fanáticos religiosos y gamonales, que sopretexto del “país del corazón de Jesús” tenían a la república sumida en la corrupción, la desigualdad y el clericalismo demoledor; por los tanto se justifican arremetidas gubernamentales contra los facinerosos, que jamás fueron de la magnitud que indica el autor de la carta que tenemos sobre el tapete, pues, deberá este señor Alló, señalar debidamente la fuente, ante la gravedad de la información cuando nos dice: “atacaba con brutal ferocidad nunca antes vista... ordenaba ejecuciones en masa, como ocurrió al pie del cerro Santa Ana...” para arremeter después, “En esos gobiernos se persiguió a la prensa, se asesinó periodistas, se ordenaba destruir las imprentas y sus instalaciones. Las tropas de Alfaro asesinaron con especial crueldad al padre Emilio Moscoso, rector del colegio San Felipe de la ciudad de Riobamba...”; es más, nos habla de actos de corrupción de tal dimensión, como el que una empresa extranjera “recibía 35.000 Ha por cada kilómetro de construcción de ferrocarril”. De haber sido así, la mayoría de nuestra heredad territorial hubiese sido de esa empresa; nosotros conocemos todo lo contrario, el gran Alfaro mantuvo intacto el Oriente ecuatoriano, con inigualable bizarría y patriotismo. Estas gravísimas informaciones de libelo en referencia, muestran una actitud parcializada contra Alfaro.
Arturo Santos Ditto
Guayaquil