Hablar de gastronomía japonesa es hablar de uno de sus platos más populares: el ramen. Sí, esta sopa es de origen chino y aunque a ciencia cierta no se sabe cómo llegó a Japón, cuenta la historia que se expandió desde el barrio chino hasta que llegó a todo el país.
En muchas partes de Japón el ramen se prepara de manera distinta; un ejemplo de esto es que en Yokohama, la sopa es grasa y salada; en Hakodate, el caldo es de cerdo y pollo; en Kitakata, los fideos son planos, etc.
El término ramen nació por la forma artesanal que se elaboran los fideos, la unión de los caracteres chinos “ra”, estirar, y “men”, fideo.
El fideo de ramen que lo diferencia es el toque alcalino, es decir, que no son ácidos, las sales alcalinas hacen que el fideo no solo se vuelva amarillo, sino que sea más resistente al calor del caldo, ya que si no fueran de esta forma terminarían deshechos.
Un buen caldo es de las cosas más importantes de esta famosa sopa de fideos, y no, no es el polvito que viene en los ramen instantáneos que todos hemos comido alguna vez.
Se puede empezar con una base de kombu (alga comestible) cocinadas aproximadamente durante 45 minutos, se retira el kombu y se agrega hongo shitakee (seta fragante o seta deliciosa); después de una hora de cocción se retiran las setas, se agregan huesos de cerdo y piezas de pollo que fueron previamente asadas; luego se agregan algunos vegetales, como zanahorias y cebolla blanca, y por supuesto un poco más de agua para empezar el proceso de cocción del caldo; pasadas 12 horas se obtiene un caldo con mucho sabor listo para servir.
Y aunque parecería mucho trabajo, es así como lo preparan en algunos restaurantes de Japón. (O)
Samantha Jijón Gagliardo