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El Telégrafo

Quito es rojo, no es multicolor

12 de septiembre de 2014

A través del prestigioso diario EL TELÉGRAFO tengo la obligación y la necesidad de manifestarle algunas ideas al señor Alcalde de Quito. Primero me presento. Soy el profesor Wilfrido Jiménez Espinosa, radicado en Manabí desde hace 49 años, 47 de ellos docente del nivel primario y 34 en la Universidad Laica Eloy Alfaro de Manabí. Jubilado hace cinco meses.

Soy manabita de alma y corazón, Manabí es mi tierra amada y soñada, puedo dar la vida por ella; pero también amo a la tierra donde nací. Soy un chagra quiteño, nací en la parroquia San José de Minas, del cantón Quito. Y, señor Alcalde, quiero referirme a sus palabras de que Quito es multicolor, lo que, a mi criterio, y de muchos conocidos aquí en la bella ciudad de Manta, se convierte en una burla a la historia y a la estirpe de la quiteñidad.

Señor Alcalde: Quito no es multicolor como Ud. lo manifiesta. Está totalmente equivocado, casi digo desubicado. Quito, Quito, es rojo, es rojo, señor Alcalde, es rojo, rojo palpitante, igual que la sangre de nuestros héroes-mártires del 2 de agosto de 1810, Quito es rojo como la sangre que quedó en las cárceles y en las calles quiteñas cuando fueron asesinadas cerca de trescientas personas por el coronel Arredondo, que vino con la orden del Virrey de Lima de aplastar a esta ciudad que se atrevió a enfrentarse a la Corona española.

Esa sangre es la que marca nuestra historia para siempre y que no puede ser olvidada por ninguna generación.

Quito también es rojo, color sangre, como la sangre de los que cayeron defendiendo al presidente Correa cuando las fuerzas de derecha, las que han asaltado este país desde hace mucho tiempo, pensaron y ejecutaron un golpe de Estado o el asesinato del Presidente de la República, que es el que más respaldo popular ha tenido y tiene desde que llegó con ideal de cambio y transformación en beneficio de los pobres de la patria.

Decenas de miles de personas, sí, fueron decenas de miles, las que salieron a las calles a rescatar al Presidente, ya que estaba en peligro su existencia y el destino de una revolución que tanto bien ha hecho al país y que es reconocida por el mundo entero. Esa gente que corría enardecida corría con la fuerza de su sangre, era su sangre de color rojo la que le llevaba a pelear por una persona y por un ideal. En las manos llevaban una bandera color verde-amarillo y la bandera tricolor, pero los que quedaron asesinados en las calles y los que quedaron heridos dejaron su sangre roja, roja, para demostrar que Quito es la sede de la nacionalidad, que encarna toda la fragua de libertad que hay en todos los rincones de este país.

A más de esto también manifiesto que me da vergüenza -hay que sufrir las vergüenzas ajenas- de que recién pasan 100 días de administrar la ciudad y se gasta en propaganda, de que han hecho ocho aulas para guarderías, ocho aulas para los ‘guaguas’, en una ciudad de dos millones de personas -qué cosas que se ven y se escuchan-, y que con esas ocho aulas ya se ha transformado la ciudad.

Finalizo manifestándole, con el respeto que se merece, pero con la fuerza que me da conocer la historia quiteña, que Quito no es multicolor, eso sería calificarla de ciudad analfabeta en cuestiones políticas. Quito es rojo, rojo sangre, como la sangre de nuestros mártires que defendieron la libertad por ser el valor más elevado de la humanidad, y, que de ser necesario, aparecerán otros, y por miles, con el mismo valor y dignidad por su ciudad amada y por la nacionalidad ecuatoriana.

Dr. Wilfrido Jiménez Espinosa
[email protected]

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