Guayaquil, 9 de noviembre  de 2011
Señor Director Lic. Edwin Ulloa
Director de El Telégrafo

Por cosas del destino viví por varios años en la capital en donde hay tres sistemas masivos de transporte: Metrobús-Q, Trolebús y la Ecovía.  Todos lucen copados de pasajeros en las horas pico. La preferencia de la comunidad se debe a las largas distancias que todos recorren.

En Quito, estos vehículos tienen carriles exclusivos que compiten por largos tramos con líneas de transporte urbano. Es decir, el quiteño o el visitante -como fue mi caso- puede embarcarse en el sector de La Marín (Centro Histórico) en la Ecovía o en una línea de trasporte urbano para llegar a la calle Eloy Alfaro.

Depende de cada cual escoger si quiere ir como sardina y con riesgo por  los carteristas, o simplemente tomar el bus que para en donde uno le pida. La gente quiteña vive así. En cambio, en Guayaquil hay un concepto errado de convivencia con los buses urbanos.

En las calles por donde han elegido hacer su ruta la Metrovía, no puede ningún otro bus transitar, ni paralelamente. Es inaceptable que la mediocridad de quienes  dirigen la Fundación Metrovía decidan que no pueden competir con ellos, eliminando toda posibilidad del ciudadano de elegir. Hay muy pocas unidades en circulación en las horas pico. ¡Y lo saben! Pero más les importan los ingresos de rentabilidad que tienen, que las necesidades de transporte para los usuarios, obligados a tomar este pésimo servicio.

Este es el caso de quienes viven o trabajan a lo largo de la avenida Carlos Julio Arosemena y la vía a Daule. No les dan otra opción que la Metrovía y deben esperar hasta cerca de una hora dentro del andén para ingresar a la unidad. ¿Por qué tanto tiempo sin entrar? Pues simplemente porque no pueden hacerlo al estar copada la puerta. Imagínese en el caso de una dama en estado de gestación o de una persona con movilidad reducida.

A través de usted, señor Director, quiero pedir a las autoridades de Tránsito  que inicien  una evaluación de las rutas de la  Metrovía y de la necesidad de permitir que otros buses urbanos también presten servicio opcional en tramos importantes de forma paralela, como lo es en Quito.

Un caso puede ser desde el puente 5 de Junio hasta el kilómetro 7 y medio, por ejemplo. ¿Quien da preferencia a la Metrovía para que sea la única que preste un servicio, que de paso es malo? Un simple estudio realizado por los empresarios del transporte, que buscan un retorno de la inversión en el menor tiempo posible, a costa del maltrato de los ciudadanos, no puede prevalecer frente al interés masivo ciudadano.

Ricardo Beltrán Del Castillo