Cuando menos lo esperábamos nos sorprendió la pandemia del covid-19 y todo se paralizó, incluido escuelas, colegios y universidades. No quedó otra cosa que la educación a distancia; este proceso, creó mucha expectativa.
En Ecuador, el Ministerio de Educación dio lineamientos anticipados para la finalización de las clases en la Sierra y Amazonía; hasta finales del mes de junio. Este adelanto contempla que todos los estudiantes aprueben el año lectivo, sin rendir exámenes supletorios ni remediales; y se centren en la elaboración de un portafolio.
Sin embargo, las voces de profesores, docentes y padres de familia no se hacen esperar: “…que terminen rápido las clases virtuales”. Esto ante un proceso improvisado de la educación presencial a la educación a distancia. Más aún si esta modalidad de estudio no se planifica con los actores.
Antes de pedir a los maestros que cumplan con las tareas de educación a distancia, deben ser capacitados para que creen y diseñen canales de conexión de la pedagogía a través de herramientas tecnológicas. Se suma a esta poca acción que alumnos no tengan acceso a la educación virtual.
Al inicio, los profesores, obligados por las circunstancias, hicieron aflorar toda su creatividad. Se han ido sumando otro tipo de actividades lúdicas; pretenden que sus clases sean más entretenidas y aporten a este proceso de aprendizaje.
En conclusión, la culminación del año lectivo es algo anhelado por los actores de la educación. Clamando terminar y que los días transcurran para que el proceso de educación a distancia entre en una fase de análisis y corrección con miras al siguiente año lectivo. (O)
Mg. Roberto Camana-Fiallos
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