La verdad y la mentira son considerados paradigmas de lo bueno y lo malo, respectivamente, algunas veces se miente como medio para alcanzar objetivos políticos y económicos, que de acuerdo a la inteligencia como recurso humano solventa situaciones que no tienen salidas ni soluciones establecidas por las normas y leyes ordinarias (propaganda inconstitucional y engañosa).
La mentira es tan antigua como la historia del hombre, no es un patrimonio personal ni entiende clases sociales, es como la muerte misma y, según su procedencia, puede escandalizar a un auditorio selecto o corriente y cambiar las reglas del juego a favor de los intereses creados y objetivos establecidos por el poder político o económico, ya que no es lo mismo la mentira inocente en un niño, que la promesa incumplida o disfrazada de un político que tiene doble discurso para engañar a la ciudadanía (demagogia orquestada).
Algunas veces se piensa que la política tiene relación con la mentira, debido a que más rédito se da al rendimiento o resultado de votos de un candidato en las urnas o en una encuesta fabricada, que la veracidad de lo que dice y de lo que hace, tanto en campaña como en el ejercicio del poder, aunque la mentira tiene un costo político en el futuro. Al respecto, George Orwell dijo: “El lenguaje político está diseñado para que las mentiras suenen veraces y el homicidio respetable”. Asimismo, un refrán judío dice: “Con la mentira puede irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver” (mentira y engaño político).
Reflexión:
¿Una mentira dicha tantas veces a través de los medios se puede convertir en verdad para obtener beneficios políticos y económicos?
Ec. Ángel Calderón Mayorga