En punto muerto se encuentra la ‘rehabilitación’ del hospital neumológico Dr. Alfredo J. Valenzuela V. ( ex-LEA ), luego de su clausura preventiva, un aciago viernes 8 de diciembre de 2017, a las 18:30, día en que aparecieron convoyes de camiones para trasladar a los internos de tuberculosis hacia otras casas de salud. Esta sorpresiva acción (no hubo notificación previa) serviría para corregir una situación baladí si sopesamos la importancia que tiene el hospital.
Hechos: los pacientes de tuberculosis hoy deambulan por calles, mercados, parques y portales de todo el Ecuador. Sus esqueléticos cuerpos vestidos de holgados ropajes, algunos tambaleándose por la debilidad, esparcen sus purulentos o hemoptoicos (con sangre) esputos y como les asiste el derecho y la necesidad de servirse los alimentos entran a restaurantes, salones y puestos de comida, dejando las huellas imperceptibles del bacilo de Koch.
Esta situación constituye un peligro latente para niños, personas de la 3ª. edad y ciudadanos que tengan bajas defensas orgánicas, peor aún si se cruzasen con pacientes multidrogorresistentes, altamente transmisores del bacilo de cepa dura.
Esta enfermedad es curable pero con un tratamiento especializado, constante y de años, ya que luego de contraída se debe llevar una vida de sumo cuidado, buena alimentación y controles radiológicos cada 6 meses o cada año, ya que en circunstancias de descuido reaparece. Estamos hablando de la tuberculosis pulmonar, sin comentar las de otras especificaciones como las de multirresistencia, cuyo tratamiento es costoso y al que al parecer el gobierno le está haciendo el ole sin tomar en cuenta que en un año la incidencia será mayor.
Razón tiene el abogado Jaime Nebot, alcalde de Guayaquil, al declarar que la salud pública está en crisis. Reabran lo antes posible el hospital neumológico que en el camino se arreglan las cargas; no dejen que la tuberculosis cabalgue de nuevo cual caballo del Apocalipsis. (O)
César Antonio Jijón Sánchez