Los hábitos de consumo de bebidas alcohólicas van cambiando influidos por el marketing y la adolescencia; es una etapa en la que se da mayor permeabilidad en ese sentido.
Pensemos en la cerveza. Antes no era tan popular como sí lo era el vino. El alcohol se consumía del modo latino o europeo, es decir, durante las comidas, en situaciones de reunión. Desde hace años, prevalece el modo de consumo anglosajón, es decir, el consumo excesivo episódico, el atracón. Consumir grandes cantidades en poco tiempo hasta “quebrar”.
Estadísticamente el alcohol es, de todas las drogas de abuso, la que más complicaciones trae, ya sea por accidentes o por intoxicación aguda. Entonces, me pregunto por los efectos que puede tener un programa donde el leitmotiv es emborracharse. Si tenemos en cuenta que el consumo recomendado es entre cuatro y seis unidades (por ejemplo, dos copas de vino, una lata de cerveza y una medida de whisky), los volúmenes que se consumen en el programa (tres botellas de champán) encienden una alerta.
En cada episodio te dicen los volúmenes y el tipo de bebida que tomaron. La publicidad no gira solo alrededor de la marca: es el consumo excesivo genérico lo que se está publicitando, como si el mensaje fuera: “No importa lo que tomes, ponétela”. (O)
Marta Braschi