Protestan por la Ley de Aguas (Conaie), por la Ley de Minería (Pachakutik), el Código del Trabajo (FUT), por la transferencia de los Fondos de Cesantía del Magisterio al IESS (el extinto MPD, al que mantienen con respiración artificial), por el 40% (los jubilados), por la Ley de Comunicación (los medios privados: radio, televisión, periódicos y todos sus analistas y presentadores), por último, el proyecto de reforma a la Ley sobre la Herencia (que existe desde 1927) y la de Plusvalía. La derecha ahora les representa, pues defienden (dicen) a esos grupos; malos aliados se consiguieron.

Les invito a hacer un ejercicio de análisis de resultados a las leyes que ya están aplicadas y, una vez que con ese análisis se compruebe la mayor o menor afectación que han sufrido, entonces propongan cambios a los puntos en los que se ven afectados.

Con tristeza veo que en Ecuador todos quienes protestan no dan un solo argumento real, objetivo, basado en la experiencia y los resultados. Piden que todo se derogue o cambie, ¿para qué? Para volver al pasado. Ocho años se ha mentido con cada ley que se ha aprobado, ¿o lo que pasó el 30-S ya se olvidó? A quienes protestan porque se les rebajó, poniendo un techo a las utilidades, sus ingresos, les invito a hacer un ejercicio de análisis sobre todas las posibilidades que tendrían de crecer reclamando solamente mejores salarios y sueldos mensuales.

Con sueldos mayores aportarían al IESS (solidaridad); obtendrían mayores y mejores préstamos hipotecarios, quirografarios, y algo que cuando se es joven no se piensa, tendrían una mejor jubilación al final de su vida laboral. Las utilidades que reciben una vez al año no siempre son el reflejo de las ganancias de sus empresas, pues ellas saben cómo evadir ‘legalmente’ sus ingresos. No se engañen.

Ana Lucía Sosa