Corno moradora de la V etapa de La Alborada doy a conocer el malestar y enojo de los residentes frente al trabajo de regeneración de aceras por la ampliación de la av. José M. Egas.
No existe una acera plana, todas tienen pendientes, unas más empinadas que otras; los adoquines, unos más altos que otros, bien separados, con huecos, partidos y manchados; las supuestas rampas para discapacitados dan acceso a un mobiliario que impide su uso.
Invito a recorrer estas aceras pensando en una madre llevando el coche de su bebé o un adulto mayor con rodillas artrósicas.
¿Qué se demanda de las personas que superamos los 70 años? ¿Caminar por esas aceras arriesgándonos a sufrir la última caída, circular por la calle para que un carro nos arrolle, recluirnos en casa a esperar la locura o la muerte sin la crónica amarillista “Anciana falleció tras caer en la acera por caminar con la boca abierta”? (O)
Ec. Teresa Lazo Vergara