Debería existir preocupación en las altas esferas del Gobierno que numerosos adultos mayores jubilados estén tomando como complementariedad el reinsertarse en el sistema laboral para completar los ingresos que necesitan.
Toda faena que está sujeta a un horario y normas expresas de desempeño activa una fatiga concomitante con la acumulada en su etapa de plena actividad. Plena por haber tenido fuerzas ánimos y arrestos propios de la juventud. Con el transcurso de los años esa fatiga se transforma en agotamiento físico y mental; llegó el envejecimiento.
Es necesario precautelar la existencia de esos jubilados, dándoles a conocer qué cantidad de vida se consume después de pasar los 65 años o tercera edad. Luego de realizar un gran esfuerzo físico el desgaste es mayor restando años a la vida que no es comparable con el dinero que se obtenga de paga. Los sistemas, digestivos, nerviosos, óseo, respiratorio, etc., acusan envejecimiento, que irremediablemente nos lleva a la muerte.
Es aconsejable estar presto en actividades que no demanden mayores esfuerzos físicos, tensión nerviosa ni horarios rígidos. No tenemos que apresurarnos a buscar la muerte sino alargar la vida lo más posible. Pequeños negocios, asesoramientos, bienes raíces, ventas por catálogo, impulsadores de ventas, etc. Son trabajos que disipan las angustias, si las hubiere. Hay que tener en cuenta que ya sacrificamos sueños, tiempo y esperanzas, y seguir haciéndolo resulta tonto. Tomando en cuenta que la vida es corta, no aceleremos su fin.
El mundo hoy nos depara un futuro maravilloso. Surgen cada día nuevos descubrimientos tecnológicos que hacen más placentera la vida, alcanzando la humanidad metas insospechadas. Es urgente incrementar las pensiones jubilares en montos estimables para salvar vidas y que exista una verdadera vida jubilar. (O)
Atentamente
César Antonio Jijón Sánchez