Entre trago y trago y con finas atenciones en el avión, van por la decena de pícaros y todos eludiendo la justicia, pero no como el pillo común en silencio y escondiéndose, sino jactándose de sus fechorías y hasta con el dispositivo denigrante sujeto en el tobillo. Los delitos tienen un común denominador: el robo. Empezó el “primo” Pedro Delgado, condenado a 8 y 5 años por peculado y enriquecimiento ilícito; Fernando Alvarado, el más cínico, que avisó dónde dejaba el grillete; Pablo Romero, ex-Senain, detenido en España; Ramiro González, preso en Perú por liquidar al IESS, Carlos Pólit y sus mansiones millonarias en EE.UU., producto de la concusión pagada al contado; la exdiputada Espín sobornando a testigos protegidos, Carlos Ochoa falsificando leyes, Walter Solís por peculado en Senagua, Richard Espinosa “premiado” en Europa por ayudar a robar a González, hasta Ricardo Patiño instigando al delito y con evidentes participaciones en los “Pativideos” y “Ruga la Tortuga”, amén de las sospechosas muertes de Quinto Pazmiño y su mujer, constituyen los VIP del prófugo Correa, que luce incólume y sin acusaciones. La fiscal Salazar, atada de manos, pidiendo al juez que arreste al testaferro, cuando hace tiempo el corrupto le dejó el pasaje al país preferido por debajo de la puerta. Esa es la justicia de Montecristi, protectora de malandrines. (O)
Dr. Carlos Mosquera Benalcázar