A menudo este Premio Nobel de la Paz nos despierta estupefactos. Hace poco (2009) lo recibía Barack Obama, mientras continuaba con los bombarderos no tripulados sobre Afganistán y miraba el asesinato de Bin Laden, desde un asiento privilegiado junto con Hillary Clinton, como si se tratara de la entrega de un Oscar y sin ni siquiera decir: “No tuvimos más remedio que hacerlo, hubiéramos querido llevarlo a un juicio”, aunque sea para disimular. ¿O será que tienen su propia versión del debido proceso?
Ahora le tocó el Nobel de la Paz a la Unión Europea, porque lleva 60 años sin guerras y ha contribuido a la democracia y a la defensa de los derechos humanos. Es cierto, ha contribuido y esperemos que siga contribuyendo a ello. Es cierto también que es un acuerdo valioso entre los países de Europa. Sin desmerecer sus éxitos y el papel que cumplió en el multilateralismo, me pregunto: ¿la Unión Europea Premio Nobel de la Paz, ahora? Que acaba de bombardear a Libia y apropiarse (sus banqueros) de los 200 mil millones de dólares que tenía el Estado libio en Europa. Que acaba de dejar en ese país un tremendo desastre en lo político, en lo social, en materia de derechos humanos y por cierto en lo económico. Y ahora, que para no perder el ritmo y en alianza con Qatar, Jordania y Estados Unidos financia el terror y amenaza con bombardear Siria y ya lo hubiera hecho si no fuera por Rusia y China.
Pero esto no es todo, no satisfechos con las guerras coloniales de nuevo estilo, han iniciado una violencia interna contra su propia población, en defensa de la banca, destinando a la miseria a mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, en Grecia, Portugal y España. Es decir, golpes a los vecinos cercanos, promoviendo bandas armadas de mercenarios y de fundamentalistas, y por si todo esto fuera poco, golpes a sus propios ciudadanos para cuidar el preciado tesoro de los gánsteres que controlan la economía, ese ente abstracto que nos gobierna.
Que Dios nos ayude, porque si estos son los méritos para el Nobel de la Paz, cómo serán para las medallas de la guerra.
Luis Varese
