Con risible sorpresa ha aparecido en radio y televisión algún congénere realizando su pre–campaña para la alcaldía de Quito. Hasta el momento sus ideas no son maliciosas, pero su manejo administrativo deja mucho que desear porque no es lo mismo encabezar una emisora hertziana, con nombre de árbol oloroso, que administrar la capital de un país.
En este caso, algunos desarraigados deben ser controlados por el sistema electoral, pues colocan en severa desventaja a los contendientes, que no han tenido la suerte de poseer un medio de comunicación.
Finalizando, el próximo burgomaestre debe realizar con prontitud la regeneración urbana porque la maleza de la indignidad, suciedad y malicia secuestran la paz Franciscana, anhelada en la mente de muchos.
Miguel Ángel Andrade Ortiz