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El Telégrafo

Por qué los volcanes no son golpistas

23 de septiembre de 2015

El 25 de agosto del presente año y con motivo de la actividad del volcán Cotopaxi la periodista Mariana Neira, de la revista PlanV, publicó el artículo ‘¿Son golpistas los volcanes?’, el cual fue promocionado en redes sociales con el subtítulo ‘una relación histórica’. En la mencionada publicación la periodista pretende establecer una “correlación temporal” entre eventos geológicos (erupciones volcánicas) y “crisis político-administrativas” partiendo de la erupción del mismo Cotopaxi en 1532 y culminando con la erupción del Guagua Pichincha en 1999.

Si bien hay varios aspectos en el artículo que llaman la atención, como por ejemplo la formulación de ciertas ideas (“[...] la mestiza república del Ecuador”) o el lenguaje utilizado (la autora llama “acontecimientos especiales” a sucesos tan variados como la prohibición del aguardiente o la expedición de una nueva Constitución), no es sino la clara intención de transmitir un mensaje político a costa de la instrumentalización de la historia lo que verdaderamente sobresale.

Pese a que Neira realizó un buen trabajo bibliográfico, su concepción de historia contradice prácticamente todo lo que se ha avanzado en esta materia y que constituye la base del historicismo (filosofía de la historia). En primer lugar, un ‘resumen histórico’ no tiene validez científica alguna, ya que en sí no es más que el simple ordenamiento cronológico de eventos escogidos subjetivamente. En segundo lugar, la diferencia fundamental entre el historicismo y las ciencias naturales –y la razón por la que no se pueden establecer paralelos entre ambas– es que en la primera no existen patrones, leyes o ‘correlaciones’, ya que cada evento es único, incategorizable y libre.

En tercer y último lugar, el historicismo deniega cualquier forma de determinismo o causalidad, lo que significa que un evento no es la continuación ni la consecuencia de uno anterior. Sin embargo, más allá del concepto mismo, vale la pena hacer una breve reflexión sobre la instrumentalización de la historia en lo político. Para A. Gramsci, uno de los mayores representantes del historicismo, el ‘sujeto revolucionario’ es aquel que logra entender su historia, mientras que para el filósofo W. Benjamin los ‘dominadores’ son aquellos que han logrado robar con éxito la memoria o historia de los oprimidos. Queda a criterio del lector el identificar ambos bandos en el panorama político ecuatoriano.

Pablo Campos Recalde
Replica al artículo escrito por Mariana Neira y publicado por PlanV

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