Después de estos seis años al servicio del Estado, me despido para retomar actividades personales que dejé para formar parte de este proceso histórico de cambio, que avanza con la victoria sin precedentes que obtuvo nuestro Presidente el pasado 17 de febrero.
En el 2007, el Gobierno del presidente Correa recibió un país devastado económicamente, sin embargo, nuestro compromiso social y la férrea voluntad política de cambio lograron transformar al país. Continuaré desde otros espacios privados, impulsando el gran proyecto de la Revolución Ciudadana y trabajando arduamente por la Patria que tanto amamos. La Patria se construye con los ladrillos del trabajo honesto de todos los ecuatorianos y hemos demostrado cuán sólido es nuestro compromiso con ella.
Solo un proceso revolucionario y realmente comprometido con una verdadera transformación nacional podía confiar en un joven de 29 años y entregarle un enorme reto: reformar las aduanas del Ecuador. Recordemos los vicios de corrupción, atracos e ineficiencia que asediaban antes al sistema de aduanas.
Posteriormente se me confió el Ministerio Coordinador de la Producción, Empleo y Competitividad, en donde establecimos grandes lineamientos de la política nacional para el cambio de la matriz productiva, que convertirá profundamente el patrón de especialización de nuestra economía. El proceso que llevamos adelante nos permitirá pasar de la exportación de bienes primarios hacia la exportación de productos de alto valor agregado, con la consiguiente generación y desarrollo del talento humano que sostenga este proceso de transformación productiva.
Sin duda, como ha repetido en innumerables ocasiones el presidente Correa, la prioridad mayor es la lucha contra la pobreza, ese es el mayor imperativo moral que tiene Ecuador, la Patria Grande y el planeta entero, ya que por primera vez en la historia de la humanidad ésta no es fruto de escasez de recursos o factores naturales, sino de sistemas perversos y excluyentes.
Como sabemos, la pobreza en el país no se debe a falta de recursos sino a la excesiva concentración de la riqueza. Ecuador ha pasado de ser uno de los países más desiguales de la región a uno de los primeros en la redistribución de la riqueza. Lamentablemente, todavía existe pobreza e indigencia generalizadas, pero tenemos que entregarnos por entero desde el espacio en que nos encontremos, con toda nuestra voluntad, para solucionar ese imperativo moral del país. Esta es una responsabilidad no solo del Gobierno, sino de todos los ecuatorianos.
Los logros obtenidos en mi paso por el Gobierno representan lo que se puede hacer para mejorar los servicios públicos, cuando se cuenta con un equipo técnico profesional y comprometido, cuyo eje fundamental es la ética y el profundo deseo de servir a los ecuatorianos. Hemos demostrado que el país no era “ingobernable”, que es perfectamente gobernable cuando se tiene un Gobierno semejante a su pueblo: honesto, trabajador y patriota. Además, y quizá lo más importante, hemos recuperado la dignidad y la autoestima como pueblo ecuatoriano.
Cuando se quiere trabajar por la patria no hay barreras que nos impidan demostrarnos y demostrar al mundo que Ecuador es un país único, lleno de oportunidades y que está viviendo tiempos mejores; los honestos somos más, muchísimos más. Como dice sonriente Mario Benedetti: “Los retos que se vislumbran nos emocionan porque si esto hemos logrado hasta ahora, ¡imaginen lo que está por venir!”.
Por estas razones y por haber sido partícipe directo de largas e incansables jornadas de trabajo, con el único objetivo de servir al pueblo ecuatoriano, me retiro de la función pública creyendo firmemente en este proceso revolucionario, el cual seguiré apoyando desde el espacio en que me encuentre.
No quiero despedirme sin antes agradecer a Dios por sus bendiciones, al presidente Correa por su confianza, a mi familia por su apoyo incondicional, y a todos los profesionales valientes y compañeros de gabinete que me acompañaron en este hermoso proceso; su buena voluntad y compromiso íntegro seguirán construyendo el Ecuador que siempre soñamos. Es hora de dar paso a nuevos talentos, a quienes debemos ceder la posta con absoluta confianza y optimismo.
Hasta Pronto
Santiago León Abad