¿Te sientes incapaz de cambiar el mundo? Te comprendo; no tenemos la fuerza, no tenemos medios económicos…Pero somos muchos, muchísimos, los que damos los buenos días, cedemos el paso a las damas -algunas no aceptan esta expresión- y a los ancianos. Bajamos de la acera cuando su estrechez no permite el paso de dos personas. Acogemos bajo nuestro paraguas al que camina desguarnecido bajo la lluvia.
Socorremos, en caso necesario, al que está en apuros. No nos importa dar una moneda al que, por tener solo céntimos, o una moneda mayor, la precisa para el parquímetro. Ayudamos a bajar del autobús y ayudamos a la madre, que con el cochecito del bebé no consigue manejarse.
Todas estas coas y muchas más que se me ocurren, las hemos llevado a la práctica, muchos de los que me leáis.
Otros, por desgracia, comentarán…estamos en el siglo XXI y no son tiempos de carcas trasnochados.
Recuerdo, hace años, un artículo en el diario ABC que me llamó la atención. Se llamaba simplemente, “El hombre que daba los buenos días”. Ya, en aquellos tiempos, de los años 80 más o menos, llamaba la atención aquel señor, que por las mañanas, daba los buenos días a las taquilleras del metro. Cuando se referían a él, decían… “Sí, es el hombre que da los buenos días”.
Pequeños detalles, pequeñas atenciones, que enmarcamos como cosas extraordinarias, como algo inhabitual. Pero, haced la experiencia, dad los buenos días , y mucha gente no contestará o si lo hacen será con un...humm, que no es contestar correctamente al saludo. Tal vez no le han enseñado, desde pequeño, las reglas de cortesía. A buen seguro no convive apenas con sus padres, apenas coincide con ellos. Convivir no es simplemente dormir bajo el mismo techo; eso será, si acaso, pernoctar. La convivencia es algo más, es compartir el tiempo, con el aderezo de las pequeñas discusiones, risas, encuentros y desencuentros.
Conocerse para educar. Educar para estar con ellos, con los demás, y amablemente, ese tiempo que se nos escapa ineludiblemente, hacer de él un vehículo en el que todos subimos para exponer los puntos de vista, que no son desencuentros, por el contrario, componen el mosaico de la convivencia.
Alfredo Hernández Sacristán, DNI 62.129
Jerez, España