Las luchas campesinas en América Latina, desde los tiempos de las reformas agrarias de los años 70, han llevado a hombres y mujeres a forjarse como líderes y lideresas que con su esfuerzo, garra y a costa de sus propias vidas, han cambiado la realidad del sector agropecuario.
Conquistas campesinas que demuestran “de qué están hechos” estos líderes y el bagaje de experiencia que el joven liderazgo debe absorber. Don Absalón Valdivieso, conocido como el “Chivo”, agricultor natural de la zona rural de Daule (Guayas), sector arrocero y ganadero, empezó su lucha campesina en los años de la reforma agraria, por adjudicación de pequeñas parcelas agrícolas, a las que había que pelearlas al bosque impenetrable, a los terratenientes y a las leyes contradictorias.
Ya octogenario, todavía se lo puede ver liderando manifestaciones con machete y garabato en mano, sombrero, dando la voz por Seguro Social Campesino, por bajos precios de arroz o pidiendo nuevo ministro de Agricultura, muy activo aún, con gran experiencia.
La edad promedio en el campo es de 65 años, estadística que nos lleva a replantear la búsqueda de nuevos perfiles que tomen la posta en las interminables luchas campesinas, que hoy ya no son por reformas agrarias, pero que son contra los intereses de grupos de poder financiero que ven en el campo oportunismo comercial.
Un líder agropecuario debe tener empuje interno, ser sensible a las necesidades de los demás, con capacidad de resistencia a la oposición, desarrollar tenacidad. La vida de un líder agropecuario debe ser dinámica, debe tener autocontrol y templanza, ya que en momentos difíciles le tocará tomar decisiones que muchas veces desagraden.
Sigamos el ejemplo de líderes como el “Chivo” Valdivieso. Un líder agropecuario no busca seguidores, busca líderes qué formar.
Pedro Pablo Jijón Ochoa