No todo lo que aconteció en la década perdida fue malo. Recordemos que en los primeros años, y anteriores a ellos, prevalecían el respeto, la moral, la unidad familiar, la buena fe, la honestidad, la dignidad, el honor, y todas aquellas bellas actitudes que demostraban el amor, la felicidad y la alegría como práctica social permitiendo la unión entre ecuatorianos.
Lamentablemente, todo eso se ha perdido; parece que las personas se están deshumanizando y es necesario que surja una nueva piel con sello de un humanismo revolucionario, que cambie todo lo negativo que actualmente vivimos, para lograr que todos seamos miembros de una comunidad de paz donde también estén garantizados la salud, la educación, el trabajo, la seguridad, la verdad y todo aquello que favorece al Buen Vivir. (O)
Ricardo Ordóñez