Como era de imaginar, “los malos olores del desastre” se perciben desde países asiáticos en relación directa con los EE.UU. de Norte América. El intervencionismo bélico del imperio americano no podía generar más que el revanchismo.
La potencia norteamericana es el principal país que sostiene parte de su economía con la producción de armas para la guerra, por lo tanto le conviene las confrontaciones armadas entre los pueblos. Ellos son la más grande nación con armas nucleares en el mundo, que consideran que son los únicos con ese derecho. No admiten que otra nación tenga también parte de ese poderío.
Esa actitud prepotente y omnímoda de los imperialistas, naturalmente incomoda a otras naciones, que miran con temor e indignación el prodigioso poder nuclear de los yanquis. Este es el caso de Corea del Norte, que desde sus inicios mantiene rivalidad con la del sur, lo que ha sido aprovechado por la potencia americana para inmiscuirse en el conflicto. Esta intromisión ha convertido al poderoso en virtual enemigo de los coreanos del norte.
De igual manera de que los “gringos” se arman de diferentes formas, cualquier país tiene el mismo derecho, que no quieren admitir los que por su propia voluntad y sin determinación de nadie se han declarado graciosa y groseramente como “los árbitros y gendarmes de la humanidad”.
El líder norcoreano bien ha dicho –y estimamos en defensa de todo el orbe- que “Las fuerzas armadas con capacidad atómica del país deben ampliarse y reforzarse cualitativa y cuantitativamente hasta que la desnuclearización del mundo sea una realidad”. Aparecen paradójicas estas frases, pero tienen realmente un sentido pacifista innegable.
Entendemos que estas son armas para la PAZ, porque si se arman los pueblos, a igual que el Estado que ha demostrado a través de la historia espíritu intervencionista y bélico, se entiende que es para defenderse y evitar el abuso, inclusive la guerra. De tal manera que se está planteando, con respetada valentía, un hecho histórico: “O TE DESARMAS Y NOS DESARMAMOS TODOS, SI NO HABRÁ GUERRA POR LA PAZ UNIVERSAL”. Ya era hora de que alguien planteara a los EE.UU. americanos esta alternativa por el bien de la humanidad. Perecemos o sembramos la paz.
Ya están diciendo los confrontadores que el joven líder coreano Kim Jon-un es “un aniñado con costumbres occidentales, que mientras que su pueblo está limitado social y económicamente, él disfruta de bienes y costumbres de millonario”. Esa estrategia ya no la comulga nadie. Así dijeron de Fidel Castro, de Hugo Chávez y de todo ciudadano digno que les sale al paso y que a algunos les ha causado directa o indirectamente la muerte. Basta de genocidios y que llegue esa hora a costa de la vida en el planeta. La verdad aunque duela.
Arturo Santos Ditto
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