En una canción, el legendario Héctor Lavoe decía: “… todo tiene su final, porque nada es para siempre…”; siempre han existido y existirán los períodos vitales de pasado, presente y futuro, dicho de otro modo: “ayer, hoy y mañana”. Definitivamente todo cambia, todo fluye, todo se transforma, nada queda como está, nada queda como es, el pasado da paso a un presente y los dos a un futuro.
Tautológicamente podemos indicar que se produce un cambio permanente en la etapa vital, porque la transformación o metamorfosis es inevitable, las cosas de ayer valen para lograr un mejor resultado en el presente y con la sabia experiencia lograremos un futuro mejor.
El filósofo Heráclito de Éfeso indicaba: “Nadie puede bañarse en el agua de un mismo río”, extraordinaria frase para demostrar que debemos amar a todo lo existente porque después sería demasiado tarde.
Estoy convencido de que la felicidad en estas tres etapas es tratar de serlo en todas sus formas, aspirando a ser mejor cada día; por consiguiente, debemos vivir como si cada día fuera el último.
La felicidad es gratuita, no cuesta nada; solo está dentro de nosotros y para alcanzarla sencillamente basta con hacer felices a nuestros congéneres. (O)
Lic. Ricardo Ordóñez Jaramillo