(Una escuálida realidad en lo local) La democracia formal se resiste y lucha para que el objetivo de corregir sus desvíos sea superado por una democracia real y participativa. Ha hecho del marketing político, la autoconvocatoria, la falsa representación, mecanismos que distorsionan el alcance de estos derechos ciudadanos.
Amparada en un discurso tecnocrático, opacan el carácter político de las decisiones, a quién atiende, qué interés satisface; la técnica como sesuda verdad determinante. El marco normativo vigente tiene límites: como el reiterado uso de los verbos en condicional, el famoso “podría”.
No se cumple la ley debidamente; la misma da competencias para la gestión institucional, para el fortalecimiento de la organización social y los mecanismos de constitución de representaciones, como contrapesos de la representación electoral.
Exijamos una real participación, como garantía cierta de equidad social. Construyamos un proyecto de comunidad para Quito. (O)
Arq. Reinaldo Torres Jaramillo