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Emilio Palacio, ex editor del diario El Universo, en su columna de 27 de agosto de 2009, titulado “Camilo el matón”, cometió uno de los mayores desaciertos en su vida, trastocando principios fundamentales de la actividad periodística como: faltar el respeto, la honra, dignidad y buen nombre de las personas. En él señaló, entre otras cosas, que Camilo Samán estaba disponiendo de los millones de la CFN; lo que dio lugar a una respuesta inmediata de Samán, enjuiciándolo penalmente por injurias calumniosas graves. Presentada la querella, los actores expusieron sus puntos de vista y, al final, el enjuiciado fue sentenciado a una pena de tres años de prisión y al pago de 10.000 dólares. Para esa época el señor padre del presidente de la CFN, en circunstancias extremas de salud y casi moribundo, llamó a su hijo y le pidió que, en aras de la paz y tranquilidad de la familia, retire la demanda; es decir, en otras palabras; “Que lo perdone”. Samán, en un acto de suprema caballerosidad y nobleza, cumplió lo prometido a su progenitor. Palacio, en cambio, en tono desafiante, sin valorar en lo más mínimo la actitud de Samán, no se inmutó y continuó con sus comentarios ofensivos e injuriosos al Gobierno de la Revolución.
El 6 de febrero de 2011, Emilio Palacio, en su malhadada columna, escribe “ No a las mentiras”, donde acusa al Primer Mandatario de ser el causante de los hechos registrados el fatídico 30 de septiembre de 2010, injuriando y calumniando, una vez más, a otra persona que es el primer ciudadano ecuatoriano. El Presidente los enjuició a él, al diario El Universo y a los dueños del medio, la familia Pérez. Si los señores jueces llegaren a dictaminar sentencia definitiva en contra de Palacio, el diario El Universo y los Pérez se sentará un precedente histórico, por un ciudadano llamado Rafael Correa, que ostenta la más alta dignidad de la República, en defensa de su legítima honra y buen nombre, que no pueden ser mancillados ni vulnerados por nadie y, menos aún, por aquellos que siempre se creyeron dueños de la verdad y del pensamiento de los demás. Palacio es víctima de sus propios errores y pecados, manipulado y usado como “tonto útil” por sus patronos, a cambio de un buen sueldo, no aprendió la lección dos veces; su bilis pudo más que el razonamiento lógico de las ideas. Hoy pernocta en Miami, ciudad norteamericana, lugar preferido de los banqueros corruptos.
Galo Bonifaz Saltos