El parque La Victoria, si pudiéramos llamarlo parque, no cuenta con un solo juego para niños, presenta un aspecto lúgubre, desolador, en franco deterioro. De color verdoso está el monumento del expresidente Gabriel García Moreno, igual que el hemiciclo que sirve de frontispicio; la glorieta se despedaza paulatinamente. Eliminaron el PAI, ubicado dentro del parque. De los frondosos almendros, solo queda el recuerdo. Ahora existen raquíticos árboles y 5 o 6 palmas híbridas.
Efectuada esta somera descripción, por el progreso de la ciudad y de sus conciudadanos, debo manifestar que en este parque ya no cabe una remodelación. Este estratégico sitio debe tener mayor utilidad, además hay que prestar oídos a las continuas quejas: “Que el centro de Guayaquil está descuidado, oscuro, peligroso, que no refleja felicidad“. Igual opinión tienen los miembros de la Comisión que tratan de “revivir” el centro de Guayaquil.
Nuestra acogedora Guayaquil necesita de un gran y masivo aglutinamiento comercial, después de haberse tirado al traste la oportunidad de acelerar el comercio del centro de Guayaquil, aprovechando la zona del Mercado Central, que recibe una remodelación total.
Se prioriza darle mayor utilidad, acorde a estos tiempos, aprovechar adecuadamente los terrenos del parque La Victoria, construyendo un gran centro comercial de 6 u 8 pisos con parqueos, bancos, cines, hoteles, restaurantes, etc. Teniendo en cuenta que es un populoso sector y viven cientos de familias en 20 cuadras a la redonda, ese sería un empuje de atracción turística.
Da la impresión de que algunos tienen la inclinación de que urbanizaciones privadas sean el nuevo Guayaquil. Ese Guayaquil no queremos, queremos un Guayaquil vibrante, jovial, dicharachero, solidario y, por sobre todo, que camine con pasos de gigante hacia el progreso, con la estrella y aurora gloriosa de Octubre al frente. (O)
César Antonio Jijón Sánchez