Se cumplieron ya dos años de la no presencia física de Hugo Chávez Frías. Ausencia que se hace sentir no solamente en su natal Venezuela, sino también en la Patria Grande y en los pueblos del Sur a los que llegó su voz sonora y solidaria. Una voz siempre presta a confrontar el persistente tufo imperialista estadounidense y sus versiones aliadas a nivel planetario; y siempre levantada en pos de la unidad e integración de las naciones que anhelan y persiguen un buen vivir para sus ciudadanos.

Unasur fue uno de sus más grandes desafíos. Empapelado de bolivarianismo, y dotando de vida a las más profundas convicciones de nuestro Libertador, Chávez direccionó buena parte de su lucha a concretar la Unión de Naciones del Sur; tarea conjuntamente realizada con otros grandes de nuestra región, como Néstor Kirchner y Luis Inácio Lula da Silva, “arquitectos y constructores de este sueño integrador de dimensiones históricas”, como bien lo expresara, en la inauguración de la sede de Unasur, nuestro canciller Ricardo Patiño; razón de sobra para que su figura forme parte del magnífico edificio regional. En ese espacio de la mitad del mundo hay un lugar que espera por su monumento. Un monumento que hable de su magna obra, de su certera vocación integracionista, de su humanismo, de su inmensa solidaridad.

Nunca será tarde para ello, porque sin necesidad de pedir cuentas al tiempo, la enmienda solo será un acto de justicia y cuánto enaltecerá a nuestro país y su gobierno, sede del organismo regional.

Lourdes Cruz Cuesta