Cuando el final de tercero de bachillerato está cerca les surge la incertidumbre sobre qué hacer cuando termine el colegio; saben desde el principio que la nota del Ser Bachiller definirá su futuro, claro, si aspiran a entrar en una universidad pública.
Pero el no saber si serán lo suficientemente buenos para tomar la carrera que querían en la universidad que buscaban, no solo es complicado sino que asusta porque si no entran a la primera quedan pocas opciones; apostar por una universidad privada, o esperar a la siguiente prueba.
La primera opción, si no tienen lo suficiente para pagar una universidad privada seguramente habrá que endeudarse con montos nada fáciles de pagar. La otra opción no es más agradable; durante un largo tiempo no podrán hacer mucho, tal vez trabajar en algo de medio tiempo y seguir estudiando; tal vez quedarse en casa sin mucho qué hacer y sobre todo con el sentimiento de no haber sido suficiente o de no haber hecho lo suficiente.
Frustrados a intentar de nuevo con más competencia y con la duda de si ahora lo podrán lograr. Y todo esto, todo este desgaste para optar por una carrera que les gusta solo por el dinero que da, o una carrera que no quieren porque eso es lo que les dio el puntaje.
La frustración sigue y así serán los próximos graduados de las universidades. Y así son los nuevos bachilleres de la patria, llenos de miedo. (O)
Julieta Jiménez
Quito