En momentos en que redacto esta carta, me es aún incierto conocer al ganador de las elecciones presidenciales de Perú. Los medios de comunicación nos han presentado la idea de que ha sido una reñida campaña electoral entre la derechista Keiko Fujimori y el nacionalista Ollanta Humala.

La atención internacional se ha centrado en los resultados de este proceso para poder despejar, en cierta forma, la visión del pueblo peruano hacia los cambios estructurales, y sobre todo económicos, que se han concretado en la gestión del mandatario saliente, Alan García.

Durante la última administración, el Perú selló el Tratado de Libre Comercio (TLC) con los Estados Unidos. Los indicadores económicos tradicionales, impuestos por el Banco Mundial y organismos de derecha, han alabado el crecimiento del Producto Interno Bruto del Perú. Sin embargo, el descontento en el pueblo de esa nación se mantiene debido a los procesos de exclusión que persisten en áreas sensibles como salud y educación. Otro factor que merece analizarse -sobre todo para aquellos que ven al Perú como el paraíso del crecimiento- es que si supuestamente la población peruana está satisfecha con la postura económica del actual régimen, ¿por qué un candidato, que presenta un modelo totalmente opuesto (Ollanta Humala) venció en la primera vuelta electoral?

El voto de la ciudadanía no debe ser tomado como simple acción que se desarrolla por varias horas un domingo, sino como una expresión y una evaluación sobre el estado de la sociedad en su conjunto.

El Ecuador, por su parte, mira también con gran atención estos comicios. El presidente de la República, Rafael Correa, y su homólogo peruano, Alan García, han consolidado, como nunca antes, el proceso de desarrollo entre ambas naciones.

Las relaciones con nuestro vecino del sur pasan por el mejor momento de su historia. Ante este alentador escenario, muchos nos preguntamos cómo será la relación que sostendremos con quien haya ganado en las elecciones de ayer.

El propio Alan García, en su última visita oficial al país, hace pocas semanas, aseguró que, ya sea Fujimori o Humala, nadie podrá desviar el camino que Perú y Ecuador han fortalecido. Eso esperamos los ecuatorianos y los peruanos a quienes, a pesar de la historia de conflictos, nos unen milenarios lazos de hermandad como pueblos vecinos.

Vicente Páez
Guayaquil