“Tira y afloja” denominan a Ley de Revisión de Salarios que anualmente enfrenta a patronos y obreros por estar en francos desacuerdos. El Ministerio de Relaciones Laborales es dirimente y el que al final concluye este asunto.
Sobre este particular existe una suerte de debate nacional donde se esgrimen variados argumentos, convenientes e incómodos, tal es así que el Gobierno y los empresarios reconocen que tenemos casi dos años de deflación. Indudablemente es así, pero es una deflación bastante sui géneris.
Los precios no están a la baja, como debería ser, sino que van en galopante escalada. Esta deflación es del abaratamiento del dinero por lo cual nos vemos abocados a pagar más, cuando hace dos años adquiríamos lo mismo a un 30%, 20% y 10% menos.
He ahí el punto a considerar para valorar en una justa medida el incremento de salarios, complementando que, si existiese mayor cantidad de dinero circulante, el consumo y el ahorro interno se incrementaría, abriendo paso a una mayor producción nacional e incrementos de artículos importados. Para resurgir se necesitan dos cosas: Impulsar agresivamente el mercado interno y una mejor distribución de los ingresos beneficiando al trabajador como motor generador de riquezas por producción y consumo.
Debemos resaltar que la competitividad a nivel internacional no está supeditada a bajos o altos salarios, sino a la calidad de los productos y, por sobre todo, a la habilidad de negociación. No debemos vender por vender y aceptar imposiciones de las transnacionales del mercadeo que pagan lo que les viene en gana, se puede evitar esto buscando nuevos mercados para que nos compren y nos paguen por productos de óptima calidad y no por bajos precios, teniendo en cuenta que lo nuestro sale de las maravillosas tierras de la mitad del mundo que tienen sabor aroma y calidades únicas.
Si no sabemos comerciar, contratemos empresas dedicadas a este menester. (O)
César Antonio Jijón Sánchez