Niña que estuviste en mi vida
más de una noche y más de un día
te dejo marchar con un sabor amargo
entre mis manos y mis labios.
Suspiraré si te vuelvo a ver
tan bella como la primera vez,
porque las mujeres como tú
embellecen cada día
gracias a la infinita virtud
de llevar en el pecho amor,
amor de luna y amor de sol.
Y si te dejo partir
Tal vez quebrante por dentro;
pero sería peor el dolor
de ver en tu cara el sinsabor
de sufrir por mis defectos.
Y quizá en otro mundo
volveremos a vernos
y así sin decir nada
como en aquel invierno
se encontrarán nuestros labios
en un intenso beso;
Y es que niña mía, te dejo partir
porque aunque me muera por dentro
es peor el sufrimiento
de saber que conmigo
nunca llegarás a ser feliz.
Carlos Hernández
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