Dante Alighieri escribía: “El más oscuro rincón del infierno está reservado para aquellos que conservan su neutralidad en tiempos de crisis moral”. Cuando lo escribió tal vez imaginó que en algún momento podría hacer eco en la reflexión de las sociedades que ignoran a la inmoralidad reflejada en la injusticia social que consume al mundo. Esto debe llevarnos a un marco de reflexión, especialmente hoy donde la plataforma política se mueve decidiendo nuestros destinos, y donde nuestro silencio (que nos vuelve neutrales) puede resultar inmoral.
En el panorama político que nos rodea, el comportamiento neutral se manifiesta cuando callamos ante las voces políticas que defienden la inequidad, cuando un campesino es condenado a la pobreza si en su retiro tiene una jubilación mucho menor que la jubilación de un oficial; es neutro no decir nada cuando vemos al viejo MPD buscando revivir a la vieja UNE que durante mucho tiempo secuestró y mutiló a la educación de nuestro país; neutralidad es no alzar la voz cuando los grupos económicos que manejan la información provocan el caos en nuestra sociedad a base de mentiras que se quieren convertir en verdades, gracias al apoyo de los grupos ‘democráticos’ que defienden la equívoca idea de la ‘libertad de expresión’; es neutro mirar a otro lado cuando los viejos liderazgos aparecen bajo el disfraz de la ‘unidad’ destruyendo ideologías y virtudes en un festín de contradicciones donde solo se puede ver un hambre insaciable de poder.
¿O acaso no es contradictorio que se hable de espacios equitativos de debate en una ‘unidad’ donde claramente se ve al exsocialcristianismo tratando de dominar e imponer candidatos e ideologías? Es cobardía no señalar a quienes hicieron feria de nuestros ahorros y permitirles hoy hablar de solucionar la pobreza (a lo mejor es la conciencia que los persigue por toda la pobreza que ellos generaron); ser neutral es no protestar ante las ‘renovaciones’ políticas donde no se brindan espacios a los jóvenes talentos de nuestra patria; es neutro callar ante la hipocresía del discurso de quienes arruinaron al país; pero sobre todas las cosas, es neutralidad sostener que no tenemos responsabilidad directa en esta parte de la historia que nos toca escribir.
La lucha de nuestros pueblos no va contra las personas, pues todos tenemos virtudes, va en contra de la gestión probada y fracasada que tuvieron en el pasado. La diversidad de opiniones y tendencias es saludable para la democracia, pero con nuevos rostros, nuevas ideas, no cuando los cadáveres políticos quieren jugar a titiriteros en la nueva época.
Es hora de alzar la voz, tomar el poder que tenemos como ciudadanos para evitar que, gracias a nuestro silencio, las viejas prácticas políticas de los mismos de siempre nos encaminen al lado más oscuro del infierno (ese que muchos ya lo vivimos en la época neoliberal) que sería el peor legado que le podemos dejar a las futuras generaciones. (O)
Lenin Aucatoma