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El Telégrafo

Mujer de objeto a sujeto

09 de marzo de 2015

En el Artículo 32 de la Convención Interamericana sobre los Derechos Humanos consta:”1. Toda persona tiene deberes para con la familia, la comunidad y la humanidad”. Por lo tanto, es democrático estar o no de acuerdo con el Gobierno actual. Pero no se deben politizar estos ‘derechos universales’ ni desconocer la lucha de las mujeres a lo largo de la historia y sus conquistas sociales.

“Las mujeres, aunque extremadamente visibles como seres sexuales, permanecen invisibles como seres sociales”, según Monique Witting. Bajo esta frase acertada, en todas las religiones la mujer es vista como un ser inferior al hombre, pero también ha sido venerada por su fertilidad. En el ‘falocentrismo’ o virilidad abstracta se perpetúa el poder del hombre. Las mujeres son situadas por debajo del género masculino, como si no tuvieran los mismos derechos ante la Constitución del Estado. Son vistas y tratadas como objetos pasivos de placer o deseo, mas no como sujetos reflexivos, dignas y activas protagonistas de la historia.

La mujer es asociada con el pecado y más aún si esta decide sobre su propio cuerpo y su propia reproducción. Muchas veces es obligada y relegada a una función estrictamente reproductora. Si por libre elección y estando en pareja la mujer no quiere tener hijos, es juzgada de ‘egoísta’, ‘antinatura’, ‘narcisista’ o ‘anormal’. Si las mujeres deciden continuar con un embarazo no deseado o tener los hijos que la ‘naturaleza les dé’, se las tilda de ser ‘curuchupas’, de ‘fábrica de hijos’,  ‘ignorantes’ o ‘no modernas’. Si dan en adopción a sus hijos son ‘inhumanas’ ‘desalmadas’, ‘despiadadas’, ‘malas madres’ o ‘lunáticas’. O si por el contrario deciden abortar son ‘criminales’, ‘pecadoras’, ‘culpables’ o ‘libertinas’.

En la televisión ecuatoriana es lamentable que en horarios familiares o aptos para personas mayores de 12 años se presente a la mujer bajo la estética de un show ‘stripper’ o ‘playero’ y no podemos quedarnos impávidos ante esta estrategia sexista establecida en el nombre de la ‘alta audiencia’ y del mercado.

La imagen de la mujer es utilizada usualmente en nuestra pantalla para ‘entretener al público’ con prendas eróticas o de uso íntimo, entre otras estrategias, con el fin de estimular el ‘ojo’ del hombre. Además de las imágenes y presentación de diversos planos de las partes privadas del cuerpo de la mujer, se emiten comentarios sexistas, racistas, clasistas, homofóbicos, que discriminan y excluyen en una sociedad donde lamentablemente impera el machismo, el femicidio y la violencia de género.

Algunos opositores al Gobierno tildan de puritanismo, moralismo o de doble moral cuando se ejecutan leyes en contra de que se cosifique a la mujer en los medios de comunicación. No es cuestión de hipocresía, de religión o de la simple libertad de mercado -‘Dejar hacer, dejar pasar’-, sino más bien de acatar las leyes establecidas que protegen a la mujer en favor de una sociedad justa y solidaria.

Cuando la mujer es presentada como ‘objeto’ esto parece inocente, pero resulta un atentado frente a menores de edad, ancianos a mujeres, hombres y otros ciudadanos dentro de un Estado con libertad de culto, pluricultural, plurinacional, que no comparten los mismos valores, principios, creencias, estética, en cuanto a la explotación y exhibición del cuerpo semidesnudo.

Atentamente

Patricia Mantilla R.

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