A vista de los hechos en las cárceles del país en lo que va del año, es evidente la debilidad que tiene nuestro sistema carcelario. Y no es para menos, ya que la ola de violencia extrema que se está presentando en nuestras cárceles es de asombro, por lo que se percibe en medios de prensa y por redes sociales; y de miedo, por aquel que tenga un familiar en los recintos de privación de libertad.
Es increíble cómo las autoridades y funcionarios de los recintos carcelarios poco y más permiten el ingreso de sustancias sujetas a fiscalización, celulares, armas blancas y hasta armas de fuego, por la poca diligencia o la exagerada negligencia para prevenir aquello. “Y es que se están matando entre ellos mismos”, dice la gente, como justificando la inoperancia del Estado haciendo una réplica de aquel viejo aforismo: “Nadie sabe el mal de la olla, solo la cuchara”.
Hay que tomar medidas de seguridad lo más pronto posible, antes de que las cárceles sean tomadas por los internos, porque si esto sigue así, en Ecuador habrá algo similar a lo sucedido en Sao Paulo, Brasil, en 1992, en un hecho que es considerado una de las más grandes violaciones a los derechos humanos en aquel país, donde se registraron más de cien internos muertos en la operación militar efectuada al interior de la Casa de Detención de Sao Paulo, popularmente conocida como Carandirú. Aquello se recuerda tristemente como la “Masacre de Carandirú”.
Juan Carlos Pérez Cepeda