Aunque respeto profundamente al Gral. Solón Espinoza por su humanista y ejemplar obra al frente de Solca (Sociedad de Lucha contra el Cáncer) y aunque le agradeceré siempre por su generoso corazón al recibirnos a mi esposa y a mí la mañana del 19 de septiembre y al habernos ayudado a abrir la ficha médica inicial en dicha institución, debo denunciar que Solca-Quito no acepta pago alguno que no sea con dinero en efectivo, o exclusivamente con la tarjeta de crédito Diners de Banco Pichincha - Grupo Financiero Egas.
Como mi esposa y yo no teníamos dinero en efectivo ese instante y solo poseo una tarjeta de crédito Visa del Banco Guayaquil, la empleada de la caja nos informó lo que he citado y tuvimos que salir del lugar. Ya no pudimos atendernos allí, después de seis horas de ansiosa espera. Sin contar con que en esa misma tarde, el área de Trabajo Social de Solca, a mi esposa, que tiene cáncer de seno, le negó su pedido-propuesta de cubrir el pago de todo el tratamiento con una parte en efectivo y otra parte con trabajo voluntario, responsabilidad social o con sus servicios profesionales gratuitos [es comunicadora social]. Le respondieron que no (¿es un delito ser de clase media?, pregunté) y que únicamente debe donar tres pintas de sangre al inicio del tratamiento.
No es posible admitir monopolio bancario hasta en la lucha contra el cáncer. Solicito que esa política de cobro cambie, Solca debe aceptar otras tarjetas de crédito, y no puede ser que en todo el edificio el único cajero sea de Banco Pichincha, ya ni se diga espacio para taxis o un bar (mi esposa no había comido ni ingerido líquidos en todo el día).
Incluso sugerí, por carta a Solca y al estimado Gral. Espinoza, que no exhiban en los televisores fijados en las paredes de cada área de espera de cientos de dolientes ciudadanos la cartelera televisiva local, con las acostumbradas series de muertes, dolores y violencias. Y me ofrecí a donar toda mi videoteca con más de 40 películas y gags de Chaplin para que los pacientes sonrían y rían sana y terapéuticamente antes de recibir quimioterapia o la noticia que pende como espada de Damocles.
Le escribí a don Solón contándole este suceso, pidiéndole que se permitan cajeros de otras entidades bancarias y pago desde otras tarjetas de crédito, no solamente una. Pero no tuve respuesta.
Por eso me decidí a denunciar lo vivido aquella mañana y tarde el 19 de septiembre. Y ojalá este caso sirva para que se acepten otras tarjetas de crédito y no solo la Diners en una respetable y querida entidad que lucha desde hace décadas contra el cáncer. Estoy seguro de que don Solón Espinoza, como humanista ejemplar que es, acogerá estas peticiones. Y los filmes de Chaplin siguen en mi mano, listos para donarse de inmediato.
Alexis Ponce
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