Empezó julio y la fiesta y la algarabía se enciende entre los guayaquileños. Es justo. A la gente que vive en el puerto principal se la considera “trabajadora, amable, aguerrida y bravía cual raza huancavilca”.
Esto no significa, ni mucho menos, que el resto de ecuatorianos no lo sean; pero por ser la capital económica del país estas consideraciones fueron asignadas desde los días de la Colonia.
Mas, sin embargo, hay quienes abusan del membrete para tratar de aparentar lo que no son. No solo eso, sino que gente ociosa, improductiva, afecta a delinquir -no solo aquellos de camiseta y zapato de caucho, sino también los de cuello blanco- aprovechan estas fiestas para hacer de las suyas, apoderarse de lo ajeno, en unos casos y para apelar al sentimiento del guayaquileñismo y hacer campaña política sectaria y regionalista, en otros casos, respectivamente.
El guayaquileño verdadero, aquel que sabe ser amable, productivo, luchador, ha aprendido a diferenciarlos y sabrá otorgarle a cada uno su afecto o desafecto en la medida que les corresponda.
En año electoral todos son buenos guayaquileños, y más aún los que tienen acceso a los medios de comunicación “privados” y gozan de la amistad y simpatía de los dueños. El pueblo los diferenciará.
Atentamente,
Pedro del Solar
Durán - Guayas